Sentada, mirando la inmensidad del Universo, me doy cuenta que soy tan pequeña, tan frágil, tan vulnerable, que el aleteo de una mosca puede resultar catastrófico en mi persona.
Miro, profundamente el azul del cielo, el volar de los pájaros, el caer de las hojas secas... Todo tiene un ciclo. Todo lo que sube, baja y todo lo que comienza termina, tarde o temprano termina.
Por ahora sigo sin entender el por qué se terminó... puede ser una transición, dolorosa, satisfactoria, feliz, traumática... pero al final se ha terminado, al final sigo aquí, sola mirando lo que sucederá conmigo misma.
La cabeza gira, los pensamientos me inundan y sigo sin recordar en qué momento fue, cuando decidiste dejarlo todo... el por qué se transformó aquello tan grande que teníamos....
Me miro en el espejo. Han sido tantas veces las que me he visto, que pareciera que no me reconozco. Y si no me conozco, ¿soy capaz de conocerte?
No lo sé. Diariamente escucho historias de amor, de desamor, lastimeras y felices, envidiadas. Unas buenas y otras malas. Pero siempre la respuesta es la misma: SOLO EL TIEMPO TE DARÁ LA RESPUESTA.
La respuesta no es lo doloroso, lo que mata es la incertidumbre... el tiempo que se tarda en que la respuesta llegue al lugar correcto, porque al final, la respuesta significará solamente la confirmación de lo que en ese momento estaremos viviendo.
El tiempo nos da esa incertidumbre insoportable, que nos hace pensar, imaginar, ilusionarnos y entristecernos al darnos cuenta que nada de ello será realidad.
Por ahora solo me basta esperar, disfrutar de tu presencia mientras tú, yo o el tiempo nos lo permita.
Solo me basta agradecer a la vida por haber vivido, sentido, amado y disfrutado de lo que tú me enseñaste, de lo que juntos compartimos, aprendimos y enseñamos al mundo entero.
Me basta saber que existes, que sigues conmigo y que a pesar de todo me amas como yo a ti... el resto NO IMPORTA.
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